Tras el descanso, el cambio de rumbo. Kaká y Guti por Granero y Ramos; Lass se desplazó al lateral y el coche se apoyó sobre las ruedas. El resto fluyó. Benzema marcó de cabeza y Nino respondió con una vaselina que voló demasiado alta. Luego Cristiano esbozó el gol del año: se vio rodeado de rivales y decidió abordarlos en línea recta. Sólo le detuvo Aragoneses.
Benzema repitió al robar la cartera a Manolo, herido en un músculo antes y en el orgullo después. Y concluyó Kaká. Controló, se sopló el flequillo y limpió la escuadra. No lo hizo por presumir. Fue por ayudar en las tareas del hogar.
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